Momentos de #Felicidad

Qué cenizas son algunas personas.

Hay gente para la que todo está mal siempre y por mucha vuelta que intentes darle a las cosas, no hay forma de que consigan ver un ápice de luz. Antes los hubiera llamado “gente tóxica” pero ahora prefiero llamarles cenizos.

Se levantan y van por el mundo como zombis, tocando de mal rollo todo lo que les rodea, y da igual si es su cumpleaños, si ha salido el sol después de un día entero de lluvia o si les ha tocado la lotería, es la típica gente que se queja absolutamente por todo.

¡Es tu cumpleaños! – sí pero mira, estoy más vieja.

¡Ha salido el sol! – ya pero hace mucho frío

¡Te ha tocado la lotería! – bueno, pero tú sabes lo que le tengo que pagar a hacienda???

No consiguen verle el punto positivo a nada.

Hoy una señora, cuando le he preguntado qué tal estaba, me ha dicho que fatal, así, directamente. Después se ha parado a contarme que el otro día estuvo en una revisión rutinaria y le perforaron el intestino y si no llega a ser porque el cirujano que estaba de guardia fue bastante rápido reaccionando, no lo hubiera contado. Pues mire señora, entonces está usted fenomenal. Ha estado fastidiada, pero ahora está estupendamente.

A veces es cuestión de ver el mismo problema desde otra perspectiva o incluso de pensar que podría ser mucho peor y alegrarte de lo que tienes.

Yo me alegro mucho cada día por muchas cosas. Me alegro de estar viva, de tener salud, de que mi familia esté bien y sana, de tener trabajo, de poder permitirme algún capricho de vez en cuando, de poder elegir lo que quiero comer cada día, de poder estar cerca de los que quiero (aunque tenga a alguno temporalmente desplazado), de recibir un e-mail de ese “uno” contando batallitas, de que mis princesas me digan que me quieren infinito, de llevarlas a hacer cosas nuevas de vez en cuando, de poder celebrar todas las cosas.

Me alegro cuando alguien con quien hace mucho tiempo que no hablo me llama, cuando me doy cuenta de que el tiempo a veces no es tan malo y te vuelve a poner donde lo dejaste con esa persona. Me alegro de otras hayan desaparecido de mi vida, porque han dejado hueco a quienes la llenan mucho más, me alegro cuando recibo una carta en papel y no es del banco, cuando mi madre me prepara para comer huevos fritos con patatas.

Me gustan los cumpleaños y me encanta poder buscar cualquier excusa para hacer cosas que me hacen feliz.

Si no te gusta lo que haces, haz algo nuevo, si no eres feliz con lo que tienes, cámbialo, si hay algo que te está amargando, analiza lo que es y deshazte de ello cuanto antes. Si crees que tienes mala suerte, empieza a pensar que la suerte no existe y cúrrate un destino nuevo.

No dejes que un cenizo te amargue tantos momentos de alegría.

 

Dicen que no se es feliz siempre, que la felicidad viene determinada por momentos, pues nada, hagamos que esos momentos sean los que predominen en nuestras vidas.

 

Feliz fin de semana.

 

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La Beca #Erasmus

El otro día estuve pensando en qué hubiera sido mi vida si no hubiera disfrutado de una Beca Erasmus.

Todo esto viene por las declaraciones que hizo el ministro Wert sobre las becas Erasmus según las cuales sólo disfrutarían de la beca, aquéllos que hubieran disfrutado de beca del ministerio. Esto se podría entender como aceptable si lo hubieran hecho en tiempo y forma (aunque no esté de acuerdo en que las supriman) pero cuando el curso ya ha empezado y hay miles de estudiantes en las universidades de destino, pues sólo se me ocurre una palabra muy fea, es un auténtico fastidio (con P).

Yo siempre he sido una estudiante becada. La situación económica de mis padres en ese momento no era la mejor y las becas, no solucionaron pero ayudaron bastante en mi formación. Y puesto que no pude estudiar en la universidad que quería por falta de recursos, me tomé la Erasmus como vía de escape y como premio a la buena estudiante, porque otra cosa no, pero buena estudiante he sido siempre.

Varios destinos fueron los propuestos, pero finalmente me tocó Londres, universidad de Westminster y puedo decir que esto, cambió mi vida.

Para empezar, la cantidad de gente que conocí, de diferentes nacionalidades, países, costumbres, culturas, lenguajes, una experiencia de las más enriquecedoras de mi vida. La residencia en la que me hospedé era un pequeño anuncio de Benetton donde todos veníamos de un sitio distinto.

Allí me convertí en adulta, (aunque mi hermano diga que pasó cuando firmé la hipoteca) porque estuve casi 5 meses sola en otro país. Me tocó lidiar con las matrículas, las clases equivocadas, el mal tiempo, los ingleses, el conducir por el otro lado de la calle y el cruzarlas! Que eso es toda una experiencia, alarmas de incendio a las cuatro de la mañana, locos que tiraban bowls por el patio de luz, intentos de suicidio, etc. Mil historias, algunas muy divertidas, otras menos pero que ahora me hacen reír que sirvieron para ser lo que hoy soy.

Nadie debería perderse esta oportunidad. No sólo por cómo vives en otra universidad, porque nuestra forma de entender la universidad y la suya es completamente distinta. En Inglaterra las clases distinguen entre los que trabajan y los que no, dando facilidad a ambos y además están enfocadas al mundo laboral; hay mil presentaciones, debates, discusiones, todo con el propósito de que seas capaz de defender cualquier propuesta hablando una vez que entres en el mercado.

Pero también porque sales de tu burbuja, conoces otra cultura, otro mundo, otra forma de ver las cosas, tu  mente se abre y sinceramente, tienes más ganas de aprender y de conocer.

Mi beca Erasmus no pagó el coste de mi estancia en Londres esos casi 5 meses, pero ayudó a soportar el gasto que supuso para mis padres enviarme al extranjero.

Al volver de Londres pude acabar mi carrera, encontrar un trabajo y después me sirvió para ir ascendiendo en mi vida profesional, todo gracias al idioma que aprendí allí.

Hoy puedo decir orgullosa que tengo amigos en una gran parte del mundo y que además sigo manteniendo el contacto con una grandísima parte de ellos.

Señor Wert, me alegro de que en Bruselas le dieran una pequeña colleja. A veces hace falta un bofetón de realidad, para que uno ponga los pies en el suelo.

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Tarde de #amigas y #scrapbooking

En esta nueva etapa de mi vida en la que cada vez las ocasiones de ocio compartidas se reducen más, he decidido apuntarme a todo lo que me ofrezca la vida. Cenas, comidas, salidas deportivas, clases de equitación, campeonatos de hula hop… en el fondo da igual si eso me va a permitir pasar un buen rato, aprender algo y conocer gente.
Una de las cosas que me surgió por sorpresa hace un par de semanas fue un curso de cómo hacer mini albums en scrap booking.
El sábado por la tarde, mis amigas de la universidad y yo nos fuimos a conocer a Ana Maestre, la profe de Scrap que nos tuvo cuatro horas y media entretenidas con su arte, su buen hacer y su compañía. Seis chicas deseosas de aprender esta técnica que tan buenos ratos nos dio y seguro que nos dará de cara a los regalos navideños.
Para los que no lo conocéis, el scrap es el arte de hacer cosas “de retales”, con un trocito de aquí, un cachito de allá, telas, tintas, pegamentos, papeles… añadiendo diferentes artes, texturas, materiales, troqueles…, para luego obtener un resultado donde “todo vale”. Agendas, álbumes, cuadros, libretas…, pueden ser tu lienzo para empezar.

Nos dieron el material para el curso, un libro de diferentes papeles de colores, seis cartulinas, dos tapas de cartón duro, pegamento de doble cara en dos formatos, lápices, troqueles, cuttex, reglas, latex, tijeras… Con eso se suponía que construiríamos nuestro propio álbum de fotos.

Lo que más difícil parecía, que era elegir los papeles para hacer la composición se solucionó enseguida puesto que Ana decidió por nosotras y ya tenía la gama cromática elegida. El resto fue todo coser y cantar, recorta por aquí, monta por allá, pega por este lado, ponle la tela… pero lo que causó sensación total fue la troqueladora. Esa maquinita tan mona que te hace flores, te recorta llaves, te cuadra etiquetas, vamos, que nos deja el interior del álbum de lo más mono.

Poco a poco el álbum empezó a tomar forma y se fue viendo el resultado de lo que sería, ahora sólo faltaba decorar a nuestro gusto y darle nuestro toque personal.

Finalmente acabamos la tarde y cada una teníamos nuestro álbum, todas con el mismo modelo pero cada uno diferente, como nosotras mismas.

Realmente fue una tarde muy agradable, con una compañía insuperable, con muchos recuerdos, muchas risas y buen humor y acabamos con una gran cena y con nuestro magnífico álbum de fotos hecho por nosotras, ahora a ver a quién le toca como regalo navideño. Se admiten apuestas.

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¡Me encantan las #bodas!

Me encantan las bodas.

Así, sin más, lo digo abiertamente y sin tapujos. Yo, que soy esa persona que no tiene pareja, que no se ha casado nunca y que duda si alguna vez lo hará, lo reconozco, me encantan las bodas. Y conste que me gusta el concepto boda en el más amplio sentido de la palabra.

Me gustan las bodas por todo lo que conlleva organizarla, ¡por el espectáculo! Como me gusta decir a mis conocidos, pero también por los 15 días de vacaciones, por los regalos y por el viaje de novios.
Ya, ya, me lo he oído decir muchas veces a mí misma y sé cómo suena, pero es la pura realidad. En la sociedad en la que vivimos, creo que es mucho más comprometedor con la otra persona el hecho de compartir un mismo techo, tener un hijo o incluso firmar un préstamo que el matrimonio en sí. Un matrimonio es un contrato entre dos partes que, si falla, se puede romper en una semana y con unos 300 euros; todo lo demás implica muchas más dificultades, muchos más problemas y seguro que mucho más tiempo y dinero.

Me gustan las bodas, sobre todo esas en las que puedes participar, y sabes los secretos, aunque no todos, y te sientes parte importante del evento en sí. Esas en las que te emocionas cuando ves a los novios entrar en el lugar de la ceremonia, en las que sabes que una lagrimita o un millón se te van a escapar, esas en las que eres el primero en llegar y el último en irte porque no te quieres perder ni un minuto de lo que ahí sucede.
Bodas en las que has sufrido los ataques de histeria de la novia, en las que has organizado hasta la última despedida de soltera, en las que has preparado con mimo lo que vas a decir, lo que te vas a poner o a quién vas a llevar.
Bodas en las que no te importa madrugar para estar ahí la primera, en las que has ayudado a elegir un vestido y te has emocionado cuando descubres que es el vestido perfecto. Bodas en las que has sabido hasta el último detalle del viaje de novios y te lo han contado tan bien que parecía que tú estuvieras allí viviéndolo con ellos.

En definitiva, ¡bodas que has vivido!

En la última boda especial en la que he estado se leyó un poema de un señor Libanés que descubrí cuando fui a Líbano pero del que no había vuelto a oír hablar, Khalil Gibran.

Este poeta refleja tan bien lo que yo entiendo por el matrimonio, que creo que merece la pena ponerlo aquí para tenerlo presente y recordárselo a la gente y recordármelo a mí misma si alguna vez me surgen las dudas.

El Matrimonio:
“Nacisteis juntos y juntos para siempre.
Estaréis juntos cuando las alas blancas de la muerte esparzan vuestros días.
Sí; estaréis juntos en la memoria silenciosa de Dios.
Pero dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros.
Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una atadura.
Que sea, más bien, un mar movible entre las costas de vuestras almas.
Llenaos el uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de una sola copa.
Daos el uno al otro de vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.
Cantad y bailad juntos y estad alegres, pero que cada uno de vosotros sea independiente.
Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero lo tenga,
porque sólo la mano de la Vida puede contener los corazones.
Y estad juntos, pero no demasiado juntos,
porque los pilares del templo están aparte.
Y, ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble.”

Una visión muy actual de lo que yo considero que es el matrimonio y la pareja y lo escribió en 1929 y era libanés, algo que le da aún más mérito a esas palabras.

Qué es Yelp para mi @yelpspain @yelpvalencia

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Hoy quiero hablaros de Yelp. Llevaba ya algún tiempo dándole vueltas a la idea y por fin hoy me he decidido a escribir.

 

Hace un año aproximadamente y gracias a mi hermano descubrí esta red social. Y conste que digo red social en el más amplio significado, ahora lo entenderéis.

 

Manolo L. como se le conoce en Yelp me empezó a hablar de unas personas, unos lugares, unas actividades que estaba conociendo, visitando y haciendo en Valencia. Todo muy llamativo y todo muy curioso. Había estado en una croqueto-ruta, conocido los mejores sitios de bravas de Valencia en el bravatón y había degustado la mejor horchata valenciana con unos completos desconocidos que en muy poco tiempo, dejaron de serlo.

Él sólo contaba maravillas, podías buscar la mejor hamburguesa de un lugar, ver dónde cosían mejor las cremalleras o descubrir un bar en la capital donde te dejaran beber “minis” a las dos de la mañana a un precio de risa.

Tales eran sus historias que empecé a curiosear yo también en este mundo.

Para los que no lo conocéis, Yelp es una red social que sirve para conocer y recomendar negocios locales. Sobre todo aboga por el comercio local. La idea es que los usuarios puntúen los establecimientos en todos sus aspectos y que los locales puedan promover sus ofertas, descuentos o su buen hacer entre los usuarios de la red.

Yelp está presente en varios países del mundo, pero en España, se centra principalmente en Madrid, Barcelona, Sevilla y Valencia; esta última es con la que yo más me relaciono.

Visitas los locales, los das de alta si no lo están ya, y los valoras. Puedes comentar lo que te parezca del lugar, desde la ubicación, el aparcamiento o la limpieza, como el trato, los productos que vende o lo bonito que te han envuelto el regalo que has comprado. A los que me preguntan cuando hablo de ello les digo: esta red social sirve para recomendar a desconocidos aquellas cosas que tú le recomendarías a tus amigos o familiares. Por ejemplo, si vas a este bar, no puedes irte sin pedir las croquetas de pollo con manzana o si entras en tal coctelería, tienes que pedir el mojito de kiwi o por último, dónde te pueden arreglar las tapas de los zapatos al mejor precio.

 

Pero esto no es lo mejor de Yelp, lo mejor son las personas que lo forman, que lo hacen algo más que una simple red social.

En Valencia, la jefa de “este tinglao” es María Quesada, una súper woman que canta, baila, corre, escribe, organiza eventos, es mamá y todo lo hace con una sonrisa. Ella y otros tantos, hacen que cada evento que se organiza para que los “Yelpers” se conozcan se convierta en una reunión de amigos.

Yo he estado en tres eventos oficiales de Yelp, el primero fue un evento élite (si quieres más información www.yelp.es   o @yelpspain) en el que viví una experiencia inolvidable en la Albufera valenciana, el segundo fue una súper fiesta del rock cuando María Q le dio paso a María P durante su maternidad y el tercero fue una súper fiesta en la playa de la Malvarrosa con concurso de cócteles.  Además hace un par de semanas he estado en un evento no oficial en el Oktoberfest de Calpe.

En todos he conocido gente y en todos me he sentido una más de la familia, porque así es como se vive aquí. Además lo he recomendado y he conseguido que haya una nueva élite en Madrid.

 

Si no lo conocéis, ya estáis tardando. La única lástima es que no esté en todas las ciudades, porque me parece una forma increíble de relacionarse, de conocer lugares nuevos y de descubrir todos los buenos sitios que tiene una ciudad para vivirlos, además de una plataforma increíble para que los negocios de barrio, pequeñitos o no tanto, que necesitan de sus vecinos para sobrevivir, puedan darse a conocer por todo lo alto.

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Lo dicho, estoy muy contenta de poder formar parte de esta familia. Si quieres saber cuáles son mis lugares favoritos, puedes encontrarme en Yelp!

 

 

 

 

 

Desconectada

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Llevo algo más de un mes desconectada, y la verdad es que han pasado bastantes cositas que me han tenido apartada un poco de las redes sociales, especialmente de aquellas que me consumían más tiempo.

 

La primera razón fue laboral. Mi compañera de trabajo ha estado un mes de vacaciones y la verdad es que ha resultado bastante más duro de lo que se podría esperar. Estamos en un momento complicado, laboralmente hablando  y llega un momento que ya no sabes las horas que llevas trabajando. 

 

La segunda razón fue personal. Mi hermano se ha embarcado (nunca mejor dicho) en una super aventura profesional y estuvimos ultimando detalles para su viaje y su nueva vida durante los próximos 5 meses.

 

Y la última, aunque también es personal la trato como algo «familiar». Dos grandes amigos, con los que comparto la foto decidieron casarse y eso ha ocupado gran parte de mi último mes, entre despedidas, boda, serenata y otros detalles varios, estuve muy implicada en el evento.

 

Ya estoy de vuelta e iré desgranando cada uno de esos momentos aquí con un poco más de profundidad.