Estoy cabreada con el mundo, con quienes han provocado que te vayas, con quienes obligan a que gente como tú tenga que irse a la otra parte del mundo a buscarse la vida, con esos que no hacen nada para que pueda hablar contigo cuando te necesito, con quienes no me permiten que te cuente en tiempo real la última tontería de tu madre o quienes no hacen nada para que podamos pasar juntos el domingo, mi cumpleaños o Navidad.

Estoy cabreada por tener que despedirme de ti, otra vez.

Y sé que hay poco que se pueda hacer y que en el fondo, es lo mejor que te podría pasar y que vas a vivir aventuras que después contarás a tus hijos, sobrinos o nietos pero hoy se me escapa una lágrima cuando lo pienso.

Mañana se me pasará, mañana me acordaré pero no estaré tan sensible como hoy, mañana leeré tus comentarios en el blog, tus aventuras en instagram, tus estatuas parlanchinas y sonreiré y pensaré que esto es una aventura y que en el fondo todos te tenemos un poco de envidia. Y cuando nos demos cuenta estarás otra vez aquí y la suerte hará que la próxima sea aquí, porque todo está cambiando, y siete meses no son nada.