Imagen de Todoprincesasdisney.com
Y si ya lo decía Sabina en su canción Pongamos que hablo de Madrid allá por los 80, no os quiero contar lo que querrán ser hoy.
La verdad es que en este sentido, le tengo la guerra declarada a Disney. Me cabrea el estereotipo que muestran (o han mostrado) de la mujer y que luego copian las niñas. Todas las princesas son guapas, son débiles, pusilánimes, siempre cambian lo que son por un hombre, son altamente sexuales y sensuales y muestran que sólo se puede conseguir lo que quieres si eres guapa y «luchas» al lado de un hombre.
Es cierto que en sus últimos personajes, han cambiado un poco la visión que se tenía de las princesas, por ejemplo en Brave, Mérida, la protagonista, es guerrera, una experta en tiro con arco, odia los vestidos y lucha por defenderse a sí misma de la decisión de su padre que quiere casarla con el heredero de un clan vecino.
Pero es que en la vida, nos toca enfrentarnos a este rol muchas veces. Correr como una chica se entiende como algo malo, ser una nena es ser débil y ya estoy cansada de que se nos valore a las mujeres de esa forma.
Yo no quiero ser una princesa, quiero ser la dueña y señora de mi cortijo, la reina de mi casa y la embajadora de mis ideas. Quiero que mis hijas, si algún día las tengo, piensen que pueden hacer cualquier cosa y que su vida no es mejor por pintarla de rosa, por ser guapa y delgada o por estar al lado de un hombre. Que las princesas se tienen que quedar en los cuentos y que la vida real es un libro en blanco donde pueden escribir la historia que les dé la real gana. Y no sólo si algún día tengo hijas, educaré a mis hijos para que no se crean superiores por el simple hecho de tener un pene.
Sabemos que no será fácil, la sociedad no está pensada para que las mujeres tengan la vida fácil, pero por algún sitio hay que empezar y si no es por la educación que les proporcionamos a nuestros hijos, ¿por dónde si no?
Esto me vino a la cabeza porque vi el vídeo de una niña que se quejaba por los mensajes que se lanzaban en la ropa de chica y en la ropa de chico en las tiendas. Mientras a ellos se les instaba a ser héroes, a salir de su zona de confort, a ser valientes, las chicas recibían mensajes sin ningún tipo de sustancia. Mucho rosa, mucha purpurina y algún que otro tul, ¿qué otra cosa les puede gustar a las niñas?
Puedes ver el vídeo del que hablo aquí
Las niñas ya no quieren ser princesas, quieren ser mujeres valientes.
«Una mujer original no es aquella que imita a nadie, sino aquella a la que nadie puede imitar».