Una de las cosas que me hacen muy feliz cuando llega la Navidad es poder celebrar el amigo invisible con mis petardis.
Todo comenzó en la universidad cuando usábamos esto como excusa y nos comprábamos un regalo por 500 pesetas en los últimos días de clase. Puede parecer bastante para la época, pero con 500 pesetas había que calentarse bastante la cabeza para comprar un regalo en condiciones.
Fueron pasando los años y se redujo el número de participantes y se aumentó el importe a 20 euros.
Con el paso del tiempo quedamos cinco amigas y muchas ganas de pasarlo bien.
Los regalos se fueron haciendo más sofisticados y como somos así, decidimos ir poniendo temáticas según nos daba. Empezamos con el dorado, el rojo, el flúor, el animal print… todo siguiendo las modas y la posibilidad, al menos teórica, de que fuera fácil de comprar.
Este año hemos decidido rizar el rizo y ponérnoslo aún más fácil. Como estuvimos en un curso de scrap y salimos emocionadas, decidimos que fuera hand made (hecho a mano) y además que fuera estilo vintage, eso no sé porqué.
Lo mejor no es el regalo, lo mejor son los ratos que pasamos haciéndolos, los mensajes que nos enviamos para meternos presión las unas a las otras, las expectativas, el talento oculto de unas u otras, un montón de risas que se escaparon de golpe ayer por la noche.
Quedamos para cenar y para darnos el regalito. El sitio, increíble. Un restaurante en el centro de Elche en el que estuvimos tan agustito y en el que cenamos como auténticas reinas. Pero lo mejor siempre viene con el postre, empezamos a repartir los regalos y desde el primer segundo volvió la emoción y las risas.
Me tocó primero a mí, con un calendario de bomberos handmade y de estilo vintage hecho con mogollón de amor y de arte. Lágrimas de felicidad me caían, viendo que los bomberos volvían a mi vida y qué bomberos!!! Elegidos cuidadosamente por Bea, incluso aunque “su matrimonio corriera peligro” jajaja.
Yo preparé una diadema, colgante y percha para colgantes para Conchi, que espero le gustara y Conchi preparó para Bea un par de camisetas la mar de cuquis para ella y su pequeña Alma a juego. Como veis en la foto, más graciosas no se puede.
Y llegaron los regalos más esperados, los de Lidia y Rocío. Ellas los habían pintado tan mal de primeras y dijeron que eran un poco torpes con las manualidades que estábamos deseando ver el resultado. Como veis, ambos eran increíbles. Una cajita pintada a mano llena de cupcakes de calcetines y un joyero “estilo mexicano” también pintado a mano y con broches sorpresa dentro.
Nos quejamos mucho de la temática, pero luego siempre nos sirve para reírnos muchísimo y para demostrar que tenemos mucho arte oculto que estamos deseando sacar a la luz.
Es increíble que después de 15 años, sigamos manteniendo estas costumbres y sólo espero que pase lo que pase, podamos seguir manteniéndolas durante al menos otros 15 años más.
Os quiero petardis.
universidad
La Beca #Erasmus
El otro día estuve pensando en qué hubiera sido mi vida si no hubiera disfrutado de una Beca Erasmus.
Todo esto viene por las declaraciones que hizo el ministro Wert sobre las becas Erasmus según las cuales sólo disfrutarían de la beca, aquéllos que hubieran disfrutado de beca del ministerio. Esto se podría entender como aceptable si lo hubieran hecho en tiempo y forma (aunque no esté de acuerdo en que las supriman) pero cuando el curso ya ha empezado y hay miles de estudiantes en las universidades de destino, pues sólo se me ocurre una palabra muy fea, es un auténtico fastidio (con P).
Yo siempre he sido una estudiante becada. La situación económica de mis padres en ese momento no era la mejor y las becas, no solucionaron pero ayudaron bastante en mi formación. Y puesto que no pude estudiar en la universidad que quería por falta de recursos, me tomé la Erasmus como vía de escape y como premio a la buena estudiante, porque otra cosa no, pero buena estudiante he sido siempre.
Varios destinos fueron los propuestos, pero finalmente me tocó Londres, universidad de Westminster y puedo decir que esto, cambió mi vida.
Para empezar, la cantidad de gente que conocí, de diferentes nacionalidades, países, costumbres, culturas, lenguajes, una experiencia de las más enriquecedoras de mi vida. La residencia en la que me hospedé era un pequeño anuncio de Benetton donde todos veníamos de un sitio distinto.
Allí me convertí en adulta, (aunque mi hermano diga que pasó cuando firmé la hipoteca) porque estuve casi 5 meses sola en otro país. Me tocó lidiar con las matrículas, las clases equivocadas, el mal tiempo, los ingleses, el conducir por el otro lado de la calle y el cruzarlas! Que eso es toda una experiencia, alarmas de incendio a las cuatro de la mañana, locos que tiraban bowls por el patio de luz, intentos de suicidio, etc. Mil historias, algunas muy divertidas, otras menos pero que ahora me hacen reír que sirvieron para ser lo que hoy soy.
Nadie debería perderse esta oportunidad. No sólo por cómo vives en otra universidad, porque nuestra forma de entender la universidad y la suya es completamente distinta. En Inglaterra las clases distinguen entre los que trabajan y los que no, dando facilidad a ambos y además están enfocadas al mundo laboral; hay mil presentaciones, debates, discusiones, todo con el propósito de que seas capaz de defender cualquier propuesta hablando una vez que entres en el mercado.
Pero también porque sales de tu burbuja, conoces otra cultura, otro mundo, otra forma de ver las cosas, tu mente se abre y sinceramente, tienes más ganas de aprender y de conocer.
Mi beca Erasmus no pagó el coste de mi estancia en Londres esos casi 5 meses, pero ayudó a soportar el gasto que supuso para mis padres enviarme al extranjero.
Al volver de Londres pude acabar mi carrera, encontrar un trabajo y después me sirvió para ir ascendiendo en mi vida profesional, todo gracias al idioma que aprendí allí.
Hoy puedo decir orgullosa que tengo amigos en una gran parte del mundo y que además sigo manteniendo el contacto con una grandísima parte de ellos.
Señor Wert, me alegro de que en Bruselas le dieran una pequeña colleja. A veces hace falta un bofetón de realidad, para que uno ponga los pies en el suelo.