Hay días que las circunstancias te obligan a ser mala por narices.
Todos hemos tenido relaciones míticas. Relaciones que han marcado tu vida sentimental, generalmente para mal, y que han hecho que todas las que has tenido a partir de esa fecha se tambaleen.
Yo, con todo lo normal que soy, no iba a ser menos.
Yo una vez tuve un novio.
Y ese novio un día se murió. Bueno, lo maté. Bueno, se mató él solito. (Siempre metafóricamente hablando, claro).
Pero es que “con todo lo que me quería” tuvo la deferencia de dejarme por teléfono. Que ya lo sé, que no es para tanto, que esas cosas pasan, que podría haber sido peor, eso está claro. Podría haberme dejado por fea, por gorda, o por rubia, pero oye, me dejó por teléfono. A Carrie Bradshaw con todo lo que ella era y lo bonitos que eran sus zapatos, una vez, la dejaron por post-it y eso, quieras que no te traumatiza.
Cuando te pasan esas cosas te sientes furiosa. Primero te culpabilizas, empiezas a intentar encontrarle sentido a tu vida, a tu relación, al motivo por el que te han dejado pero no lo encuentras y te torturas.
Poco a poco te va saliendo la vena de bruja y entonces empiezas a querer que le pasen cosas; que le dejen, que le salga barriga, que se quede calvo, que se convierta en el doctor Spock, todo para sentirte mejor.
Pasa el tiempo y te olvidas, la ira y la furia se convierten en desidia y sólo te acuerdas de eso cuando algo o alguien te lo recuerda, pero un buen día, el azar, las casualidades y las redes sociales te plantan una foto en toda la cara y de repente se dibuja una sonrisa.
Te das cuenta de que el tiempo pone las cosas en su sitio y que ese tío tan guapo con el que salías, se ha transformado, que sólo te sacaba un año pero que ahora parece que al que ves sea un amigo de tu padre. Y la sonrisa crece. Y lo que antes era un leve signo de felicidad, se va convirtiendo en una carcajada. Y no puedes evitar pensar ¡menos mal! Al tiempo que esbozas una sonrisa aún más grande y suena en tu cabeza “qué guapa soy, qué tipo tengo”.
¿mala? Yo no soy mala, es que me han dibujado así.
Imágenes
Fíjate que me da a mi que el 2014 va a ser mi año (imagen c) @eltarrodeideas)
Se acabó lo bueno, acaban las vacaciones, acaba la navidad y empieza la vida real, la normalidad.
Esa normalidad que imploramos cuando nos dicen de quedar una vez más. No, no puedo más, no quiero comer más, mejor quedamos para un cafelito, ya si eso como en casa y nos vemos después, que yo creo que tanto polvorón no me está sentando bien.
Vuelve el madrugar, el acostarse pronto, el llevar a los niños al colegio, el tener un horario para todo, sobre todo para comer y para dormir, que no sé a vosotros pero a mi tantos días de descanso me desestabilizan totalmente.
Han sido unas vacaciones increíbles. No han sido muy largas, pero lo suficiente como para olvidar completamente mi vida normal.
He tenido tiempo de recuperarme de la gripe, que yo no me iba a escapar, de dormir mucho, de descansar más, de disfrutar de mi cama a la que tanto echo de menos a diario, de pasar tiempo con mi familia, de aplastar mi sofá, de ver tres películas seguidas, de salir, de comer, de beber, de comprar, de recuperar recuerdos, de ver amigos a los que hacía mucho que no veía, de recibir buenas noticias. He tenido tiempo de ilusionarme, de cocinar, de comprar, de decorar, de coser, de regalar, de recibir regalos.
He empezado el año con una sonrisa, rodeada de gente fantástica, recordando mil historias y compartiendo momentos únicos y tardes muy divertidas.
He podido conectarme a internet y escribir, y leer, y disfrutar de mi gente acercándola con skype, y tomarme una copita de ron virtual. He desayunado muy bien acompañada y he bailado hasta el amanecer.
He disfrutado tanto que he vuelto a ser una niña, he patinado, saltado en la cama, me he pintado las uñas de muchos colores, y he conseguido por primera vez el Rey del roscón.
He engordado, eso seguro, pero me he ganado cada gramo a base de quedadas y de momentos de felicidad compartidos.
Y hoy he vuelto a la realidad, me he vestido de rojo para derrochar energía y poder contrarrestar la mala que alguien pudiera enviarme en mi primer día de trabajo y aquí también he recibido buenas noticias.
Leí hace algún tiempo que la felicidad está en las pequeñas cosas y esa filosofía es la que voy a aplicar. Superado mi primer día de trabajo, voy a por un segundo reto, que es mi clase de patinaje hoy, mañana será la báscula, con la confianza de que esos kilos de más se vayan reduciendo poco a poco y enseguida llega el finde. De nuevo tiempo para disfrutar y hacer lo que me parezca.
El 2014 no ha podido empezar mejor, muchas cosas buenas, muchas noticias alegres y muchas cosas que vamos a celebrar durante todo el año.
Como dice El tarro de Ideas en esta imagen, me da a mí que el 2014 va a ser mi año, y si no es, pues que no sea por no intentarlo, ¿no crees?
amigo invisible #petardis
Una de las cosas que me hacen muy feliz cuando llega la Navidad es poder celebrar el amigo invisible con mis petardis.
Todo comenzó en la universidad cuando usábamos esto como excusa y nos comprábamos un regalo por 500 pesetas en los últimos días de clase. Puede parecer bastante para la época, pero con 500 pesetas había que calentarse bastante la cabeza para comprar un regalo en condiciones.
Fueron pasando los años y se redujo el número de participantes y se aumentó el importe a 20 euros.
Con el paso del tiempo quedamos cinco amigas y muchas ganas de pasarlo bien.
Los regalos se fueron haciendo más sofisticados y como somos así, decidimos ir poniendo temáticas según nos daba. Empezamos con el dorado, el rojo, el flúor, el animal print… todo siguiendo las modas y la posibilidad, al menos teórica, de que fuera fácil de comprar.
Este año hemos decidido rizar el rizo y ponérnoslo aún más fácil. Como estuvimos en un curso de scrap y salimos emocionadas, decidimos que fuera hand made (hecho a mano) y además que fuera estilo vintage, eso no sé porqué.
Lo mejor no es el regalo, lo mejor son los ratos que pasamos haciéndolos, los mensajes que nos enviamos para meternos presión las unas a las otras, las expectativas, el talento oculto de unas u otras, un montón de risas que se escaparon de golpe ayer por la noche.
Quedamos para cenar y para darnos el regalito. El sitio, increíble. Un restaurante en el centro de Elche en el que estuvimos tan agustito y en el que cenamos como auténticas reinas. Pero lo mejor siempre viene con el postre, empezamos a repartir los regalos y desde el primer segundo volvió la emoción y las risas.
Me tocó primero a mí, con un calendario de bomberos handmade y de estilo vintage hecho con mogollón de amor y de arte. Lágrimas de felicidad me caían, viendo que los bomberos volvían a mi vida y qué bomberos!!! Elegidos cuidadosamente por Bea, incluso aunque “su matrimonio corriera peligro” jajaja.
Yo preparé una diadema, colgante y percha para colgantes para Conchi, que espero le gustara y Conchi preparó para Bea un par de camisetas la mar de cuquis para ella y su pequeña Alma a juego. Como veis en la foto, más graciosas no se puede.
Y llegaron los regalos más esperados, los de Lidia y Rocío. Ellas los habían pintado tan mal de primeras y dijeron que eran un poco torpes con las manualidades que estábamos deseando ver el resultado. Como veis, ambos eran increíbles. Una cajita pintada a mano llena de cupcakes de calcetines y un joyero “estilo mexicano” también pintado a mano y con broches sorpresa dentro.
Nos quejamos mucho de la temática, pero luego siempre nos sirve para reírnos muchísimo y para demostrar que tenemos mucho arte oculto que estamos deseando sacar a la luz.
Es increíble que después de 15 años, sigamos manteniendo estas costumbres y sólo espero que pase lo que pase, podamos seguir manteniéndolas durante al menos otros 15 años más.
Os quiero petardis.
#FELIZ2014
Llega el fin de año y es inevitable hacer balance de lo que nos ha dejado el año que está a punto de acabarse.
Realmente no le puedo pedir más al 2013, ha sido un gran año, uno de esos que no se van a olvidar con facilidad.
Ha sido un año de buenas noticias, de trabajos, de reencuentros, de risas, de amigos, de grandes viajes, de experiencias, de buena salud, de bebés, de bodas…
Obviamente hay cosas que podrían ir mejor, pero siempre es así, siempre hay cosas que se pueden mejorar y para eso van pasando los años, para que podamos ir corrigiendo esas cositas que no nos han salido del todo bien.
A este año que entra tengo algunas cosillas que pedirle.
Quiero que los que quiero estén más cerca, que cada vez haya más gente a la que querer y que ese amor sea recíproco. Quiero trabajos que saquen sonrisas y que ese sea mi uniforme a diario. Quiero que se respeten las tradiciones y que se vayan incluyendo nuevas en mi vida. Quiero más salud, para mí y los míos, que las visitas a hospitales solo sean porque han nacido nuevos miembros en la familia. Quiero más bodas importantes, quiero más paellas, más reuniones con amigos, más días de reinonas, más lágrimas de risa, más vermuts, más gente para ir de “mercao”, más arrugas que reflejen carcajadas, más viajes, más experiencias, más aventuras, quiero apuntarme al gimnasio e ir, quiero saltar en patines, hacer paddle surf, salir más con mis “Amigas”, más rutas de senderismo, más canas de sabiduría, más vino.
Quiero seguir sorprendiéndome, quiero conocer nuevos lugares, más horas de teatro y musicales, más conciertos, más noches de verano, más acción. Quiero dormir bajo las estrellas, bañarme en un río, dormir sin preocupaciones, desayunar en el bar. Quiero enamorarme a lo loco y vivir con cabeza y quiero seguir haciendo muchas cosas por primera vez.
Feliz año nuevo
#FELIZNAVIDAD
Me encanta la navidad.
Sé que hay mucha gente que está en contra de las fiestas navideñas o que no les acaban de gustar del todo pero a mí me hacen muy feliz.
Me gusta tener unos días libres para poder estar con mi familia, para salir a desayunar al bar, pasear por los mercados comprando comida, pensar en qué vamos a hacer de cenar, elegir la decoración de la mesa, pensar en los regalos para que los reyes magos lo tengan un poquito más fácil…
Me gusta pasear por el centro de las ciudades en estas fechas, llenas de gente, de puestos de castañas asadas, de luces, de barullo, niños cantando villancicos, etc.
Me encanta la cena de nochebuena, y aunque este año no estemos todos, me gusta estar con los míos y acordarme de cuando cenábamos a las 8 de la tarde y a las diez ya estábamos en casa porque el abuelo quería cenar pronto y no dejaba casi ni poner la mesa. Me gusta pensar que gracias a eso empezó otra tradición familiar, y tú no te preocupes, que esta noche volvemos a brindar con ron, hoy lo preparo yo y nos lo tomaremos a tu salud y brindando porque el trabajo esté pronto mucho más cerca y hagamos el brindis de verdad, con ruido de copas incluido. Espero que el paquete te haya llegado y mañana a las 8 (la una para ti) puedas brindar con nosotros.
Me encanta la sensación de navidad, con todas sus cosas malas, el consumismo, la hipocresía, el gasto innecesario, los atracones, la falsedad, yo soy feliz en estas fechas y supongo que sí que pecamos un poco de todo eso, pero no está mal que la gente sea buena o lo pretenda una vez al año, no está mal que seamos solidarios, que apelemos a la pena para conseguir cosas benéficas (hay quien usa su cuerpo) y no está mal que los negocios se beneficien de nuestro afán consumista, eso nos viene bien a todos, a ver si salimos ya de esta estupenda crisis en la que estamos.
Felices fiestas a todos, disfrutad mucho de los días de descanso, de las comidas con compañeros, con amigos, con jefes, con la familia y hasta con la suegra. La gente de la que nos rodeamos es lo que hace que todos los días sean especiales.
Feliz navidad.
Me encantan las bodas.
Así, sin más, lo digo abiertamente y sin tapujos. Yo, que soy esa persona que no tiene pareja, que no se ha casado nunca y que duda si alguna vez lo hará, lo reconozco, me encantan las bodas. Y conste que me gusta el concepto boda en el más amplio sentido de la palabra.
Me gustan las bodas por todo lo que conlleva organizarla, ¡por el espectáculo! Como me gusta decir a mis conocidos, pero también por los 15 días de vacaciones, por los regalos y por el viaje de novios.
Ya, ya, me lo he oído decir muchas veces a mí misma y sé cómo suena, pero es la pura realidad. En la sociedad en la que vivimos, creo que es mucho más comprometedor con la otra persona el hecho de compartir un mismo techo, tener un hijo o incluso firmar un préstamo que el matrimonio en sí. Un matrimonio es un contrato entre dos partes que, si falla, se puede romper en una semana y con unos 300 euros; todo lo demás implica muchas más dificultades, muchos más problemas y seguro que mucho más tiempo y dinero.
Me gustan las bodas, sobre todo esas en las que puedes participar, y sabes los secretos, aunque no todos, y te sientes parte importante del evento en sí. Esas en las que te emocionas cuando ves a los novios entrar en el lugar de la ceremonia, en las que sabes que una lagrimita o un millón se te van a escapar, esas en las que eres el primero en llegar y el último en irte porque no te quieres perder ni un minuto de lo que ahí sucede.
Bodas en las que has sufrido los ataques de histeria de la novia, en las que has organizado hasta la última despedida de soltera, en las que has preparado con mimo lo que vas a decir, lo que te vas a poner o a quién vas a llevar.
Bodas en las que no te importa madrugar para estar ahí la primera, en las que has ayudado a elegir un vestido y te has emocionado cuando descubres que es el vestido perfecto. Bodas en las que has sabido hasta el último detalle del viaje de novios y te lo han contado tan bien que parecía que tú estuvieras allí viviéndolo con ellos.
En definitiva, ¡bodas que has vivido!
En la última boda especial en la que he estado se leyó un poema de un señor Libanés que descubrí cuando fui a Líbano pero del que no había vuelto a oír hablar, Khalil Gibran.
Este poeta refleja tan bien lo que yo entiendo por el matrimonio, que creo que merece la pena ponerlo aquí para tenerlo presente y recordárselo a la gente y recordármelo a mí misma si alguna vez me surgen las dudas.
El Matrimonio:
“Nacisteis juntos y juntos para siempre.
Estaréis juntos cuando las alas blancas de la muerte esparzan vuestros días.
Sí; estaréis juntos en la memoria silenciosa de Dios.
Pero dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros.
Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una atadura.
Que sea, más bien, un mar movible entre las costas de vuestras almas.
Llenaos el uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de una sola copa.
Daos el uno al otro de vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.
Cantad y bailad juntos y estad alegres, pero que cada uno de vosotros sea independiente.
Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero lo tenga,
porque sólo la mano de la Vida puede contener los corazones.
Y estad juntos, pero no demasiado juntos,
porque los pilares del templo están aparte.
Y, ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble.”
Una visión muy actual de lo que yo considero que es el matrimonio y la pareja y lo escribió en 1929 y era libanés, algo que le da aún más mérito a esas palabras.
En esta nueva etapa de mi vida en la que cada vez las ocasiones de ocio compartidas se reducen más, he decidido apuntarme a todo lo que me ofrezca la vida. Cenas, comidas, salidas deportivas, clases de equitación, campeonatos de hula hop… en el fondo da igual si eso me va a permitir pasar un buen rato, aprender algo y conocer gente.
Una de las cosas que me surgió por sorpresa hace un par de semanas fue un curso de cómo hacer mini albums en scrap booking.
El sábado por la tarde, mis amigas de la universidad y yo nos fuimos a conocer a Ana Maestre, la profe de Scrap que nos tuvo cuatro horas y media entretenidas con su arte, su buen hacer y su compañía. Seis chicas deseosas de aprender esta técnica que tan buenos ratos nos dio y seguro que nos dará de cara a los regalos navideños.
Para los que no lo conocéis, el scrap es el arte de hacer cosas “de retales”, con un trocito de aquí, un cachito de allá, telas, tintas, pegamentos, papeles… añadiendo diferentes artes, texturas, materiales, troqueles…, para luego obtener un resultado donde “todo vale”. Agendas, álbumes, cuadros, libretas…, pueden ser tu lienzo para empezar.
Nos dieron el material para el curso, un libro de diferentes papeles de colores, seis cartulinas, dos tapas de cartón duro, pegamento de doble cara en dos formatos, lápices, troqueles, cuttex, reglas, latex, tijeras… Con eso se suponía que construiríamos nuestro propio álbum de fotos.
Lo que más difícil parecía, que era elegir los papeles para hacer la composición se solucionó enseguida puesto que Ana decidió por nosotras y ya tenía la gama cromática elegida. El resto fue todo coser y cantar, recorta por aquí, monta por allá, pega por este lado, ponle la tela… pero lo que causó sensación total fue la troqueladora. Esa maquinita tan mona que te hace flores, te recorta llaves, te cuadra etiquetas, vamos, que nos deja el interior del álbum de lo más mono.
Poco a poco el álbum empezó a tomar forma y se fue viendo el resultado de lo que sería, ahora sólo faltaba decorar a nuestro gusto y darle nuestro toque personal.
Finalmente acabamos la tarde y cada una teníamos nuestro álbum, todas con el mismo modelo pero cada uno diferente, como nosotras mismas.
Realmente fue una tarde muy agradable, con una compañía insuperable, con muchos recuerdos, muchas risas y buen humor y acabamos con una gran cena y con nuestro magnífico álbum de fotos hecho por nosotras, ahora a ver a quién le toca como regalo navideño. Se admiten apuestas.
Sólo me ha faltado ser rubia
Llevo una semana y pico con el ordenador de la oficina estropeado.
Nunca es un buen momento para que se rompa, pero si además es algo que necesitas para desempeñar tu trabajo, pues aún menos.
Un jueves por la tarde me fui de la oficina y funcionaba, y el viernes a primera hora, pues ahí estaba, completamente muerto, con un mensaje que decía «no hay conexión de red».
Yo, que aunque no lo parezca, tengo mis momentos de lucidez, echo mano de mi «informática nivel usuario» y me dispongo a realizar los trámites que siempre me indican los informáticos:
– reiniciar el ordenador
– reiniciar el servidor
– comprobar que los cables están enchufados correctamente.
Prueba superada, test hecho, ordenador sigue sin funcionar. Entonces, decido que es el momento de avisar a los expertos, pongo una incidencia a través de nuestra intranet y espero.
Lunes como a las doce, me responden, y me piden que haga exactamente lo mismo que hice unas tres veces el viernes.
No sé qué tipo de gente es la que atienden en informática, pero por la forma en la que me hablaban, muy listos no deben ser. -mira, muchacha, que todo eso que me estás diciendo, ya lo he hecho yo y sigue sin funcionar. – vale, entonces no es un problema nuestro, te mandamos un técnico de Fujitsu.
El jueves siguiente, viene el técnico y el señor Murphy, hace de las suyas, aquél mueve el cable varias veces y consigue hacerlo funcionar. No se va muy convencido, pero como funciona, pues su trabajo ha terminado. A la media hora de irse, vuelve a estropearse.
Vuelvo a usar la intranet y pongo otra reclamación, al última hora de ese día, me llaman:
– a ver, cuál es el problema? ha intentado reiniciar el ordenador? (fijate que eso no se me habría ocurrido nunca) si, mira, si, tengo una carrera, un máster y he sacado hasta matrículas de honor, si lo he hecho, y he comprobado todo, y he cambiado el cable, por si estaba roto, vamos, que he comprado uno nuevo, y he cambiado el enchufe de clavija y ya estoy harta, venga hombre, que sólo me falta ser rubia para que podáis decirme todo eso con excusa. – Vale señorita, no se preocupe, le enviamos un técnico.
Dos semanas más tarde, ha venido un técnico, ha comprobado todo, ha cambiado el cable (que no funcionaba) y ha cambiado la clavija de la pared, que tampoco funcionaba y ahora todo va como la seda.
Dos semanas para conseguir arreglar un ordenador, las mismas que han tardado en enviar a los técnicos, varias reclamaciones mías y un par de llamadas en la que daba la sensación de que pensaban que tenían a una niña de 2 años al otro lado del teléfono, de cómo me hablaban. Como decía, que sólo me ha faltado ser rubia.
Yo no es que sea muy lista, pero oye, a veces tengo mis momentos de lucidez y hasta yo misma me sorprendo.
Iberia Festival
Planes que surgen por casualidad y que se convierten en una gran noche. Reviviendo momentos de juventud, haciéndome sentir mayor y joven al mismo tiempo. Gritando canciones que nunca olvidaré y disfrutando infinito, porque los grandes siempre lo son, a pesar de los años y gracias a ellos.